Internacionalización versus exportación

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Fecha: 29/07/2016

La evolución de las exportaciones de las empresas españolas está experimentando una tendencia al alza en los últimos años. En principio, se trata de un signo positivo para la economía española, pero nos preguntamos si es una tendencia que ha llegado para quedarse, y si realmente los beneficios a medio y largo plazo van a ser los esperados.

Además, ello es consecuencia del buen hacer de las empresas españolas en relación a la innovación y competitividad empresarial, o por el contrario se debe a una exportación de productos con calidad media-baja y se está utilizando la fórmula de exportar liderazgo de costes; esto es, reducir los márgenes considerablemente, a costa de minorar los costes de personal.

Teniendo en cuenta que el radio de acción de las exportaciones está centrado principalmente en Europa, qué pasará si las grandes economías europeas (Alemania, Francia e Italia), mantienen una tendencia de encefalograma plano durante los próximos años. O si aparecen los nuevos competidores mundiales, los llamados países emergentes o mercados frontera, que compitan con nosotros con esos productos de calidad media-baja y nos releven de algunas plazas europeas importantes.

Se fomenta la exportación, pero ¿ésta es la estrategia internacional correcta para las empresas españolas en el corto, medio y largo plazo?

¿Exportación reactiva o proactiva?

Si analizamos la situación vemos que las empresas españolas practican la exportación reactiva en vez de proactiva; es decir, tras la caída de ventas en el mercado doméstico, la empresa reacciona intentando realizar una serie de acciones para vender en el exterior.

En otras ocasiones, se crea un departamento de exportación que se encarga de abrir nuevos mercados, con objetivos comerciales cortoplacistas y no planificados, o bien se responsabiliza de la tramitación y gestión administrativa internacional en las operaciones comerciales. Y puede ocurrir que el nivel de experiencia y cualificación para los mercados internacionales del responsable de este departamento, no sea el adecuado ya que cada mercado es diferente. Además, normalmente, la dirección de la empresa, se plantea la exportación como un área nueva del departamento comercial, que vende en el exterior.

Por otro lado, hay que prestar atención, ya que el objetivo cortoplacista que se marcan las empresas para penetrar rápidamente en un mercado mediante liderazgo de costes o reducción de sus márgenes, puede acarrear descoordinación en los departamentos de producción y logística y ocasionar el consiguiente deterioro indirecto en la cuenta de resultados. Además, los contratos con los diferentes distribuidores o importadores, suelen tener una temporalidad de tres meses, seis meses o un año.

Las empresas españolas no deberían centrarse en comercializar sus productos al resto del mundo desde España y de forma radial, con un planteamiento de liderazgo de costes. Ni realizar la exportación de forma esporádica y puntual, porque provocaría importantes desequilibrios de tesorería, teniendo que recurrir de forma no planificada a diferentes medios de financiación bancaria.

De forma que si se sigue la estrategia de tener un departamento de exportación para vender en el exterior, bajo lo comentado anteriormente, solamente conseguiremos poner un parche a la situación de caída de ventas en el mercado doméstico. Y se habrá aportado muy poco valor añadido a la creación de marca y crecimiento internacional de la compañía.

Pero se puede seguir una estrategia internacional, con un planteamiento más a medio y largo plazo e integrarse dentro de la estrategia corporativa de la compañía. Para ello, se debe realizar una profunda reflexión sobre el modelo de negocio de la compañía actual y futuro, y el papel que quiere desempeñar en el mercado global. Y definir la ventaja competitiva de la compañía.

La internacionalización no es una decisión aislada, ni un departamento de exportación que vende a diferentes países, es un largo proceso de transformación de la compañía, en la cual la actitud es clave para el éxito del proceso y no tiene marcha atrás. Debe ser estratégica, planificada por objetivos y adquirir las competencias necesarias para perdurar en el proceso y hacer de la presencia global de la empresa su característica principal.

Nuestra experiencia nos ha demostrado que la internacionalización evita la desaparición de muchas pymes, y que a medio y largo plazo se convierten en cuatro veces más grandes que las que no invierten, ni exportan, gracias a que incrementan sus índices de productividad y se hacen más competitivas, generando mayor ocupación, más empleo cualificado y mejor retribuido.

En conclusión, las empresas españolas deben seguir evolucionando e implantar en toda la organización una estrategia internacional, transmitida desde la dirección de forma transversal a todos los integrantes de la compañía y conquistar los mercados.

España no podrá ser competitiva, si no lo son sus empresas, y sus empresas no podrán ser competitivas si no están internacionalizadas de una forma global.

Fuente: El Economista www.eleconomista.es

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